"En Plena Insubordinación" - 1898 - Grabado anónimo - Imgen de El rincon del Estudiante
El interés y deseo por parte de los adultos de que los niños se educaran se remonta casi al principio de la existencia del hombre, y aunque fuera de distintas maneras y basadas en diferentes principios, era una meta fundamental que no alcanzaba a todas las clases sociales. Así, las más elevadas contaban por el privilegio de poder facilitar la correspondiente educación a sus vástagos, quedando relegada a una escasa o total nulidad, a esos otros sectores humildes y pobres.La Constitución Española de 1812, ordena en su título IX, art. 366, "el establecimiento de escuelas de primeras letras en todos los pueblos de la monarquía, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar", quedando patente la voluntad alfabetizadora para todas las personas.
(Grupo escolar de niñas - 1890)
Comenzaron entonces a construirse escuelas de “Primeras Letras”, bien en un habitáculo construido para ello en las ciudades de mayor población, o bien en salas adecuadas para ello en las propias casas de los maestros si se trataba de aldeas, pueblos o sectores más periféricos de las grandes ciudades. Los libros para aprender a leer y a escribir eran propiedad de la escuela o del maestro, según el caso.
En las paredes se colgaban carteles en los que figuraban en grandes dimensiones las letras sílabas o números. Posteriormente serían sustituidos por los encerados o pizarras.
Libro "El Instructor" - 1836
Durante el siglo XIX, el niño iba a la escuela para aprender principalmente a leer. Aprender a escribir no era tan importante y muchos abandonaban los estudios una vez que sabían leer.El maestro o maestra era el mismo durante todos los años que duraba el aprendizaje infantil y los niños acudían a recibir las clases con una pequeña pizarra dónde comenzar a trazar los primeros palotes, que hacían con un pizarrín de manteca (blando) los más pequeños, y de piedra (duro) los más avanzados.
Pizarra, Pizarrín y Borrador
Las madres levantaban a los niños muy de temprano y los obligaban a lavarse la cara para quitarse las legañas,( a pesar de que algunos se empeñaran en quitársela con saliva), y las orejas en el pilón de agua que había en todos los patios, les preparaban como desayuno una buena taza de “café migao”, o pan tostado con manteca, y los mandaban a la escuela bien repeinados, los zapatos bien limpios, y un trozo de pan con una onza de chocolate negro para tomar en el recreo de media mañana o de merienda en la tarde. (1898 - F.Bergamini - Grabado Español - Imgen de El rincon del Estudiante)
Comenzaba entonces la dura tarea del maestro de armarse de paciencia e intentar inculcar a la prole que lo rodeaba que la “m” con la “a” es “ma”, la “m” con la ”e” es “me”... Entre letra y letra tenía que atender a Fulanito que reclamaba su atención con: “Don Tal o Don Cual, que Menganito me pegado, o me ha dado una patada, o me ha escupido…” o a Zetanito con las piernas cruzadas, decir que necesitaba ir al “excusado”.Cuando estas interrupciones se hacían muy continuadas, o cuando algún alumno no obedecía las órdenes del maestro, era castigado de cara a la pared, o de rodillas en un rincón, e incluso recibiendo unos azotes en el trasero, o las palmas de las manos les eran golpeadas con la regla de madera hasta dejarlas enrojecidas.
Enseñar, educar y poner orden se convertía desde luego en todo un reto para los sufridos educadores.
Durante la Ilustración se tomó un especial interés en el aprendizaje del niño, poniéndose en práctica un sistema en el que cada nió debía tener sus propios libros, independientemente del que comunitariamente tuviera el maestro.
El Catón y Los Silabarios pasaron a formar parte de la vida del párvulo.
El Catón de Los niños - Calleja
(El Catón de los niños - Imagen de Pedro Benito )
( Tres ejemplos de silabarios - 1902/1931)
Las Cartillas eran pequeños cuadernos impresos que contenían las letras del alfabeto acompañadas de dibujos. La primera letra de estos dibujos coincía con la que encuestión se trataba de enseñar.
Una vez aprendida la Cartilla se continuaba con El Catón, primer libro de lectura.
Cuando el niño ya había aprendido a leer y escribir, pasaba a recibir la enseñanza de la Aritmética, la Gramática, las Ciencias de la Naturaleza y la de Geografía e Historia, ayudados por los libros de texto correspondientes.
Libros de Historia
En las tardes se implantaban las enseñanzas de las Reglas de Urbanidad y Catecismo. Las niñas también recibían educación sobre las labores de bordados y costura.
También se inculcaba ellos el deber de comportarse como verdaderos hombres, y ellas se educaban de cara a un futuro como madres y amas de casa.
El tiempo del recreo era una bocanada de aire fresco tanto para los alumnos, ya imposible de mantener quietos más tiempo, como para el maestro. Salían a empujones del aula, tropezando unos con otros y deseosos de morder esa onza de chocolate negro, que en los más humildes era chocolate de algarroba, y ese pedazo de pan.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con la época de la posguerra y del hambre, los libros escolares se sustituyeron por “El parvulito”, la “Enciclopedia Alvarez” y el “Catecismo…”.
En dichos años, el gobierno de Franco firmó un acuerdo con Estados Unidos por el cual se permitía la instalaciones de bases militares americanas en España, a cambio de ciertas ayudas, una de las cuales era de tipo alimentario procedente de los excedentes americanos, y que consistía en leche en polvo y queso, que debían ser repartido entre los escolares españoles.
Como consecuencia de ello todos los niños asistían a la escuela con su correspondiente jarrillo de lata atado al cinturón, confeccionado por El Latero, usando como materia prima una lata vacía de leche condensada, que las madres pedían en las tiendas de comestibles, y a la que el Latero añadía un asa.
La leche que se recibía era en polvo, y a veces los chiquillos se introducían en el lugar donde estaba almacenada abriendo los sacos y llenándose la boca a puñados con el polvo blanco amarillento que luego, mezclado con el agua sería la que le volcarían en el jarrillo.
El polvo se hacía una masa pastosa que se pegaba a los dientes y el cielo de la boca y que harto trabajo costaba despegarla.
A la par que comían quemaban toda la energía reprimida jugando a los “Carabineros”, o al “pilla, pilla”, al “tú la llevas”, al “Tentado”, a “saltar a piola” o a las “bolas”.
"Niños jugando a las bolas" (1946) - Antonio Lopez Torres
Las niñas lo hacían “a las prendas”, “al cordel” o a “la rueda”.Niñas jugando a la rueda - Foto de Erasmer
Siempre se producían disputas y trifulcas en el recreo en las cuales tenía que intervenir el maestro imponiendo un orden que era obedecido, pero tan solo momentáneamente, porque las amenazas entre dientes que se intercambiaban los pendencieros (“te vas a acordar” o “en la calle te espero”), tenían su epílogo a la salida. ("La riña interrumpida" - Postal de 1909)
Y efectivamente en la calle se esperaban y comenzaban una batalla entre los bandos enfrentados en donde estaba todo permitido. Patadas y puñetazos no eran escatimados, y si el motivo de la pelea era considerado importante, se organizaba una “pelea a piedras”, de donde más de uno salía chocado y llegaba a su casa llorando más que Jeremías para que la madre lo curara con alcohol de romero (que escocía mucho), si llevaba una herida, o una “perra gorda” bien apretada con un pañuelo si se trataba de un chinchón.(Un aula antigua - imagen de Julio G. Blanco)
Casi todas las escuelas eran similares. El aula se ubicaba en una sala grande y al fondo de la misma se situaba la tarima (estrado) con una mesa grande y una silla para el maestro. Tras él, colgados en la pared, una gran pizarra y un mapa de España.Las mesas o pupitres se colocaban a continuación del maestro y de cara al mismo, y tenían cabida para dos niños. Los pupitres tenían el tablero con una cierta inclinación hacia el alumno, para facilitar la escritura, y arriba una repisa con un agujero donde se colocaba el tintero, pues hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX se escribía con tinta.
Ejemplo de caligrafía - 1939
El cuidado de no hacer borrones o manchar la plana de tinta era primordial. En caso de cometer este descuido se estaba expuesto a una cachetada por parte del maestro.Inmediatamente detrás de los pupitres se encontraban una serie de bancos alargados para seis o siete niños cada uno. Allí se sentaban los que aún no habían comenzado la caligrafía.
Para la mayoría de los escolares, el asistir a la escuela era un suplicio o un verdadero castigo, y los más atrevidos hacían “novillos” o “la rabona” cada vez que se presentaba la ocasión, cambiando la escuela por las correrías al campo o al río, jugando a las bolas, vagando las horas de enseñanza en alas de la naturaleza, como pajarillos huyendo del nido, y de poco servían las reprimendas de padres y maestros al día siguiente.
Serían ellos mismos, con el paso del tiempo, quienes se reprenderían a sí mismos.
Fuente de Datos: Exposiciones Biblioteca UNED
Recibe ante todo un abrazo.
ResponderEliminarSin bien el texto es una delicia quiero felicitarte por el estupendo trabajo que has hecho con las imagenes que le acompañan,una labor en paralelo que requiere tiempo e investigación.
Un viaje por el tiempo donde al principio parecía necesario cubrir las necesidades básicas apoyadas sin duda en el contexto cultural de la época,métodos de disciplina y aprendizaje que ni se nos ocurrirían en esta época,sin embargo es un cálido homenaje a esos maestros en cuyas manos estaba la luz del conocimiento.
Los juegos los “Carabineros”, o al “pilla, pilla”, al “tú la llevas”, al “Tentado”, a “saltar a piola” o a las “bolas”..... Están exquisit mente acompañado por ese cuadro de Antonio Lopez Torres,gracias a ti,confieso que descubro su obra.
Cuanto camino recorrido hasta hoy en términos de educación,felicitaciones nuevamente por tan excelente texto,amiga es de antología....
Un fuerte abrazo y toda mi admiración.
América, en verdad que han cambiado considerablemente los sistemas educativos desde entonces hasta ahora.
ResponderEliminarEl progreso y el avance, tanto de las posibilidades actuales como de la tecnología, hacen que la educación goce de unos privilegos impensables en otros tiempos, por supuesto para bien del futuro de la humanidad.
Pero no deja de ser todo un regalo el mirar hacia atrás y entontrarnos con todo aquello que formó parte de nosotros en la infancia, y que contribuyeron a que llegáramos a ser lo que hoy somos.
Yo también descubrí a Antonio López Torres hace relativamente poco. Un buen amigo mío de la infancia es pintor y en una conversación me habló de él. Lo poco que descubrí de su obra me gustó mucho.
Un abrazo guapa.
El cambio tan brusco en el sistema educativo, combina perfectamente con los vertiginosos cambios sociales.
ResponderEliminarVamos muy, muy deprisa, y todo queda rápidamente atrasado.
Los que alguna vez fuimos un poco más lentos, recordamos algunas de las cosas que nos cuentas en otra nueva entrada (un poco) nostálgica.
Gracias por volver y un beso.
Fonsado, casi todo lo del pasado es un poco nostálgico.
ResponderEliminarYo he sentido esa nostalgia al escribir la entrada, y también cierta satisfacción por haberla vivido. Además he sido más consciente de como cambia todo con el paso del tiempo.
Un abrazo
Excelente! muy bonito.
ResponderEliminarmirad, este blog que indico es nuevo y tiene muy buena pinta sobre la escuela:
http://memoriadelaescuela.blogspot.com/
Excelente! muy bonito.
ResponderEliminarmirad, este blog que indico es nuevo y tiene muy buena pinta sobre la escuela:
http://memoriadelaescuela.blogspot.com/
Hola, me ha encantado este articulo, recordar esos años para mí es volver a mi infancia. aún recuerdo mi maestra y mi escuela. que años!!!
ResponderEliminarpor cierto, la web que indica un usuario http://memoriadelaescuela.blogspot.com/ la he visto y me encanta!! quiero ver los próximos articulos porque parece que esta persona que se llama Antonio Javier Berenguel tiene una colección bastante interesante. He visto un pequeño listado que ha puesto con algunos materiales y todos me han resultado muy familiares: Pizarrines, mobiliario escolar, pizarras , libros de texto, premios escolares antiguos, tinteros antiguos, huchas del domund antiguas, lápices de colores antiguos uff que recuerdos
saludetes
Maribi
Anónimo, pues celebro que mi post te haya traído buenos recuerdos. Gracias por pasarte por mi espacio y ahora me voy a visitar el que me recomiendas.
ResponderEliminarSaludos
Vuelvo a decir, que hasta hoy 7 de Agosto del 2.011, no había leido a SABOR AÑEJO, y que lo publicado en mi blog es por haberlo vivido personalmente. Pero es un calco. Solamente varían, en que SABNOR AÑEJO esta mucho más documentado que lo narrado por mi en mi blog HISPALIS ISBILIA NUESTRA SEVILLA, (manolo80isbilia.blogspot.com.
ResponderEliminarMe declaro incondicional de EL PASADO DE SEVILLA Y DE SABOR AÑEJO.
Saludos
hola, me gustaría preguntarle algo, buscando el libro el caton, que usaban antiguamente en las escuelas, me he encontrado con su blog. Estoy intentando comprar una version moderna del caton con el que mi madre aprendió a leer y escribir pero no consigo. sabrías decirme en que pagina web podría ver los diferentes ediciones del caton??? le agradecería mucho su respuesta, pues quiero darle a mi madre una sorpresa y está compliacado, saludos,soy carmen, de sevilla.
ResponderEliminarNadie recuerda ya la plaza del Duque como era antes del maldito El Corte Inglés. Yo iba al colegio Alfonso X el Sabio hablo de inicio de los 50), en esa plaza, y al lado se encontraba el palacio de los Sánchez-Dalp. Los dos fueron derribados sin escrúpulos para construir los grandes almacenes, llevándose por delante lo que fuera. Y recuerdo que mis padres me llevaba los domingos al Santo Angel donde mi padre y yo (con otros hombres) "escuchábamos" misa desde la acera de enfrente en la calle Rioja. Después, al Gran Britz
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