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Trifulcas En La Playa De María Trifulca

Playa de María Trifulca años 1950-1951

Contrariamente a las varias zonas de baño reglamentadas que había en Sevilla, en algunos puntos del río Guadalquivir, como la que había junto al puente de Triana, que contaba con cajones de seguridad, o la de Sevilla, había otras furtivas, situadas entre Los Humeros y La Barqueta, que se formaron a finales de los años veinte en los cortes del cauce del río Guadaira.
Era una zona aldeaña al gran cortijo del Batán, denominado la Punta del Verde, donde también se encontraba el cortijo del Tilde y algunas huertas, como la del Portugués, del Mayoral, De Punta, Plata Chica, Plata Grande y Nueva.


Ya en plena guerra civil, mediados los años treinta, aquella doble playa comenzó a llamarse Playa de María Trifulca, y no solamente porque se contaba que por allí habitaba en un chozo, una antigua madame de alguna casa de citas de la Alameda, sino también por los frecuentes altercados que allí se producían.
Esta llamada playa de María Trifulca estaba abierta los domingos a todos los muchachos, bien de la ciudad o bien de los pueblos limítrofes, pero entre semana, era playa propia de todo tipo de personajes que buscaban satisfacer sus deseos sexuales, entonces prohibidos y perseguidos, y cualquier otro tipo de vicio.
También allí se daban cita alguna que otra prostituta de baja ralea, que por un módico precio, iniciaban a los chiquillos en las artes amatorias.

María “La Trifulca”, tenía también en su chozo-ventorrillo como clientes, además de los pescadores y cazadores dominicales, prostitutas y homosexuales que eran los asiduos entresemana, y que ejercían su oficio en el muelle de la Paja. Allí las mujeres esperaban a los marineros que atracaban sus barcos en el muelle de las Delicias y la corta de Tablada, a los que además de ofrecerles sus servicios sexuales, se prestaban a lavar la ropa de los embarcados.
Del chozo-ventorrillo eran asiduas varias prostitutas de sobra conocidas, como “La Rebeca”, madre de un homosexual; “La Marinera”, “Lola Flore”, “La Gloria”, “La Inés” “La Andaluza”… y otras menos conocidas que retozaban por allí de tanto en tanto,
De todas ellas, “La Andaluza” y “La Marinera” eran las más populares y las que más buscadas por los marineros, que llegaban a hacer turnos de espera para gozar de sus servicios.
Estas mujeres se buscaban la vida como buenamente podían, bien esperando durante la noche que llegaran los clientes, o bien yendo a buscarlos ellas mismas al tinglado portuario número diez, el último de la corta de Tablada. 
 Playa de María Trifulca años 1950-1951

Comenzaban a andar por las orillas atravesando el puente de Alfonso XII hasta llegar al muelle número diez. Allí tomaban contacto con los marineros y regresaban con ellos hasta el muelle Paja cargando los cacos de la ropa sucia de ellos, y que ellas lavaban.
Otras más jóvenes llegaban andando hasta la esclusa. Allí se subían a los muros cercanos al dique para saltar a los barcos, preferentemente los norteamericanos, dado que allí abundaba la comida, y reunirse así con los marineros que ya conocían.
Los lugares en donde vivían las prostitutas de la playa de María “La Trifulca” eran totalmente precarios: lo mismo vivían en el mismo muelle de la Paja, en chozos rodeados de grandes eucaliptos, o míseros huecos hechos en los bloques de paja, que lo mismo le servían para guarecerse que para retozar con los hombres con los que se acostaban.

Tampoco faltaban en la playa de María “La Trifulca” los barqueros, personajes indispensables para trasladar a las personas entre ambas orillas. Habituales eran los ya veteranos Antoñito, que era natural de Gelves, y Antonio Lara Abad, indispensables en la Punta del Verde. Posteriormente, y coronando la mitad de la década de los cuarenta, se agregó Joaquín Mije, que se asoció con Alonso el Ventero, y explotaban el negocio entre ambos.
Con barcas pequeñas, con una cabida para cuatro o cinco personas, cuyo precio por el trabajo de trasladarla era de dos reales por persona.
Las corrientes de río eran primordiales pare realizar estos traslados, pues era aprovechada el sentido de las mismas para atravesar su cauce: en bajamar realizaban un amplio círculo hacia el Norte, en dirección a Sevilla, dejándose llevar lentamente por la fuerza del agua, hasta llegar al embarcadero de la otra orilla.
En caso de que fuera pleamar, las maniobras se hacían en sentido contrario al anterior, es decir, hacia el Sur, dirección a la desembocadura.
Otra de las actividades que clandestinamente realizaban los barqueros durante los “años del hambre”, era la de transformarse en transportadores nocturnos de mercancías de estraperlo, mercancía que era recogida en los pueblos rivereños y llevada hasta las zonas traseras del Barranco del pescado y hasta las orillas de la vega de Triana.

Ni que decir tiene que esta playa estaba totalmente vetada por sus progenitores a los adolescentes y los más jóvenes, por ser considerada como amoral y cuna del antro, dados los numerosos escándalo morales que allí se protagonizaban. Ningún joven decente podía poner los pies allí bajo el peligro de pecar gravemente contra el sexto mandamiento, siendo incluso un tabú pronunciar su nombre en los hogares.
Sin embargo no por ello renunciaban a visitarla. Una vez entrada la edad juvenil, era condición indispensable sumarse al grupo de los que ya se habían estrenado en ella.
La experiencia inolvidable los hacía estar totalmente unido a los mayores del barrio, por el gran secreto compartido.

Fuente de Datos:
*Sevilla en tiempos de María Trifulca – Nicolás Salas
Imágenes:
*”Sevilla Imágenes de un Siglo” - ABC

3 comentarios:

  1. interesante de lo que se entera uno con los blogs.
    besos

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  2. Ya ves Mari-Pi, es este un mundo donde todo tiene cabida.

    Un abrazo

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  3. Me ha interesado mucho, porque habia oido el nombre de la playa de Mª Trifulca pero desconocía que fuera en Sevilla. No se si la sitúo correctamente. ¿Estaría en donde se encuentra ahora el Puente de las Delicias, o mas cerca del Puente del Quinto Centenario?

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