Puerta de Jerez
El Cura de San Julián Santos Arana acude a la iglesia acompañado de Francisco Camero
Los afectados de las plantas bajas se cobijaban en los pisos altos, o se trasladaban a las viviendas de algunos familiares en zonas a las que no había llegado la riada, hasta que bajaran las aguas, e incluso alguna que otra vez las autoridades adecuaban refugios para ello cuando era necesario.
Vecinos trasladándose en carros de manos
Cuando las aguas bajaban, dejaban tras de sí una serie de situaciones a las que también los sevillanos estaban acostumbrados a fuerza de haberlas vivido una y otra vez, y que no por ello dejaban de ser calamidades.
Las paredes indicaban durante meses la altura que habían alcanzado las sucias aguas del río, y que habían destruido los enseres y ajuares de sus propietarios, ya de por sí escasos y pobres.
Riada de la calle Betis
Los corrales de vecinos de la Alameda de Hércules, y los de algunas zonas del barrio de La Macarena y de Triana, eran mayoritariamente presas impotentes del azote del Guadalquivir, y en donde el drama alcanzaba mayor magnitud.
Calle Castilla - Tranvía Pañoñleta-Camas
La Alameda de Hércules nunca se escapó del azote de las aguas
La noche del domingo 23 de febrero de 1947 a causa de las intensas lluvias, se desbordaron las aguas del Guadalquivir, anegando los muelles del antiguo puerto, aunque afortunadamente, las mercancías depositadas en la zona portuaria, lograron ser retiradas a tiempo.
El muelle inundado
Los vecinos del corral de la Calle Pacheco fueron testigos impotentes de cómo el agua entraba rápidamente por los husillos del patio y de la calle, y por el retrete de la planta baja. En poco tiempo el agua sucia y embarrada cubrió todos los enseres de la planta baja, alcanzando una altura de más de un metro y que arrastraban y enfangaban cómodas, mesas, sillas y enseres.
Panadero en la Plaza de Europa
Las noticias no eran nada alentadoras. Las ondas transmitían que las aguas del Guadalquivir seguían creciendo, sobrepasando los murallones de defensa del puerto. Numerosas zonas de la ciudad estaban inundadas, y varias de líneas de tranvías fueron suspendidas. Los periódicos anunciaban que el temporal continuaría, como así ocurrió, pues el día 5 marzo seguía arreciando y las aguas del Guadalquivir alcazaba cada vez a más zonas de la ciudad, cubriendo ya Conde de Barajas, Jesús del Gran Poder y la plaza de San Lorenzo.
En Triana se cebaba con las calles Castilla, Constanza, Prosperidad, Virtud y zonas próximas. Por el barrio de León navegaban las barcas de salvamento.
El río rugía a su paso por los puentes de Alfonso XII. San Telmo, Triana y la pasarela de Chapina, asustándolos con sus aguas turbulentas y enfangadas, que llegaban a pasar casi rozando sus barandas, arrastrando consigo chozas, árboles y un elevado número de animales ahogados.
Jugando en la calle Jesús del Gran Poder
“ Han sido evacuados los vecinos de la Vega de Triana y los de las barriadas anexas a Los Remedios, Los de Las Lomas, Las Herillas, San Jerónimo, Vázquez Armero, Lafitte, Villa Ranas, Haza del Huesero, el camino viejo de Tomares. Se encontraban cubiertas de agua las calle Betis, Castilla y parte de San Jacinto. Los barcos pesqueros con las amarras rotas por la fuerza del torrente iban río abajo. Más de cinco mil personas han tenido que abandonar sus hogares…”
El día 6 de Marzo camiones cargados de damnificados cruzaban la ciudad. Los tranvías no funcionaban, ni tampoco los trenes.
En varias zonas periféricas, algunas familias quedaron aisladas, permaneciendo varios días y noches subidas a los tejados bajo la lluvia y el frío, hasta que pudieron ser rescatadas por las avionetas de Tablada.
Los funcionarios de la estación de Filtraje, en la vega trianera, estuvieron varios días incomunicados sin poder moverse de su trabajo, y frente a San Juan de Aznalfarache se descubrieron tres cadáveres flotando sobre las embravecidas aguas.
Los sevillanos echaron mano a una antigua tradición a petición del cura ecónomo de la parroquia de Triana, José María González Ruiz, convocando a la feligresía a oír misa en la puerta del templo, en un altar portátil sobre las desbordadas aguas.
Sufragio en la puerta del templo de la Hermandad de la O
También como consecuencia de la permanencia de las aguas en el interior de las viviendas, muchos edificios comenzaron a derrumbarse, creando así otro punto de peligro.
El domingo 9 de Marzo el tiempo comenzó a mejorar y las aguas a descender, comenzando a desaparecer dos días después de algunas zonas de la ciudad, retirándose completamente el día 12.
Con su retirada quedaron varados sobre el muelle varios barcos pesqueros, y metros de barro.
Pesqueros Varados en el muelle
Dejó tras de sí a más de siete mil quinientos damnificados, miles de personas que lo habían perdido todo, un gran número de campesinos en ruinas, decenas de familias sin casas, y un elevado número de ellas propensos a contraer graves enfermedades al regresar a sus hogares, pues en las habitaciones que habían sido inundadas por el agua, la mayoría de ellas sin ventanas, la humedad se concentraba alcanzado unos límites altísimos, trayendo como consecuencia unas condiciones pésimas de salubridad que degeneraban en miserias y enfermedades, sobre todo al llegar el calor, que descompone el ambiente creando focos enfermizos, anidando en ellas a causa de la insalubridad, focos infecciosos, el más temido, la tuberculosis, que encontraba en los vecinos de los corrales, presos del racionamiento y por tanto de una deficiente alimentación, una presa fácil en la que instalarse.
Calle San Lorenzo y conde de Barajas
Esta riada de 1948 fue la que anegó una mayor extensión de la ciudad, afectando a los barrios de la Trinidad, San Julián, Ronda de Capuchinos, el Fontanal, la Corza, la Calzada, el Campo de los Mártires, Santa Justa, la calle Luis Montoto, San Benito, Puertas de Osario y Carmona, Cerro del Aguila, Tiro de Linea, Puerta Real y de Jerez, Enramadilla, Cruz del Campo, El Porvenir, Ciudad Jardín, Heliópolis, Prado de San Sebastián, avenida de la Borbolla, incluso el Parque de Maria Luisa y las plazas de España y América.
Las aguas llegaron a cubrir las tres cuartas partes de la ciudad, convirtiéndola en un inmenso lago que se perdía en el horizonte. Cuando se retiraron habían dejado tras de sí familias enteras inmersas en la miseria, y con ello se hizo patente la hambruna (más aún de la que ya había), y las necesidades, a las que las fuerzas de orden y voluntariado no daban abasto de solventar.
Fuente de Datos:
*Sevilla en tiempos de María Trifulca - Nicolas Salas.
14 soñadores han probado este sabor:
Y luego hablan del cambio climático.
Historia e imágenes impresionantes de una Sevilla anegada. Más parece información de otro pais, aunque este año el abandono de nuestro anticiclón de las Azores (¿dónde estará? ha dejado vía libre para todos los frentes del suroeste que llegan con fuerza hasta el Norte.
Muy buenas las fotografías que muestran la rogativa con el altar flotante ¡! y las embarcaciones varadas.
Un abrazo.
Bueno...cuando te visito y leo tus temas, me doy cuenta de lo mayor que soy y de las cosas que he vivido en esta ciudad.Conoci la arriada del Tamarguillo, que imnundó la barriada de Heliopolis el año 1947 sino me equivoco. Las piraguas abastecian al barrio de todas sus necesidades. Mi familia por vivir en una planta baja, lo perdió absolutamente todo, el agua llegó a un metro y medio de altura.Lo que más sentimos, libros incunables, pergaminos y obras de mi abuelo, primeras edicciones y un monton de cosas heredadas de el, que no nos dio tiempo a apenas a salvar nada...Lo demás se pudo reponer, eso era irreparable... Mua
Amiga que cronica!...
Fenómenos que se repiten en mayor o menor proporción,la naturaleza hace historia y busca sus espacios,parece que solo reclama lo suyo.
Felicitaciones por la documentación recopilada un trabajo de antología.
Un abrazo.
La Quiti, pues parece ser que el cambio climático ya había comenzado entonces.
Un abrazo
Fonsado, una Sevilla annegada... lo mismo que ahora.
Un abrazo
Ay Angela, que yo también he conocido las últimas riadas... y es que los años no pasan en valde.
Besos
América, las aguas siempre vuelven a su cauce. Está claro que a los arroyos y ríos no se les puede arrebatar ni un ápice de terreno.
Besos
De nuevo me dirijo a usted para solicitarle autorización para la publicación de una de las postales que publicó en su artículo sobre los corrales si es que le pertenecen los derechos. Aparecería en uno de nuestros libros.
Mi nombre es Juan Pablo y mi correo maratania@maratania.es
www.maratania.es
Ruego me perdone mi insistencia y muchas gracias
Que entrada mas impresionante!
Me recuerda lo que me contaban mis suegros , que vivieron estas inundaciónes ; vivían en la calle Castilla.
Tu blog ha sido un grato descubrimiento.
Saludos desde Málaga.
Annick, Triana sufría las más duras inundaciones.
Saludos
Me ha gustado mucho las fotos que publicas de las inundaciones, la mayoría no las había visto. Yo estoy comenzando con un blog donde también toco el tema de las riadas en Sevilla , si me visitas me gustaría conocer tu impresión. un saludo.
Documento valiosísimo histórico. Ésta riada no la conocí, nos dejas un testimonio fiel de todo aquello.
La que sí recuerdo es la que padecimos en el año 1961, la que produjo el Tamarguillo, de trágicas consecuencias para los sevillanos, especialmente por el accidente de la avioneta que tantos fallecidos produjo. Existe un video que no he podido hacerme con él y ruego a quién lo pueda facilitar que lo haga. Se trata del recate de un joven soldado que enfermó de urgencia por un elicóptero, en la barriada de S. José Obrero, C/. Padre Isla. Era mi cuñado, Antonio, ya fallecido. Lo he visto en diversas ocasiones por Canal Sur y otras cadenas con objeto de los aniversarios. Agradecería infinito que se me pudiera facilitar cómo hacerme con él.
Tienes un blog magnifico y quiero que sepas que te seguiré habitualmente.
¡¡¡ENHORABUENA!!
Gracias por tus palabras Mari Carmen.
He estado buscando por youtube el vídeo que mencionas y no he encontrado nada, pero puede que esté. Tal vez buscando por otros títulos o nombres lo encuentres.
Un Saludo.
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