La Piñata se vincula con las celebraciones de la Cuaresma, transformándose el primer domingo de este periodo litúrgico en el “Domingo de Piñata”. La palabra viene derivada del término italiano Pignatta, cuyo significado en español es “olla frágil”, la cual se utilizaba el “Domingo de Piñata” haciendo la función de piñata.
Esta fiesta era vivida de forma diferente según las distintas posiciones sociales del pueblo, pero todos la disfrutaban paseando sus máscaras por las calles, bebiendo, cantando, gastando bromas y terminando con el tradicional “Baile de Máscaras” y la “Fiesta de la Piñata”.
(Billete de Señora para Bailes de Mascaras del Ateneo de Sevilla. Carnaval de 1934)
(Antiguas Invitaciones a Bailes de Máscaras)
Sin embargo la clase humilde, obrera y trabajadora no se achicaba a la hora de celebrar sus tan ansiadas fiestas. Después de haber pasado los días anteriores al Miércoles de Ceniza en broma continua y albedrío constante, y viendo cada vez más cerca los que la iglesia consagra a la meditación, al Cilicia y al ayuno, en conmemoración de la Pasión y Muerte de Nuestro señor Jesucristo, asistían al templo dónde el sacerdote católico ponía en la frente del pecador la fatídica ceniza, recordándole que es polvo y que en polvo habrá de convertirse.
De esta ceremonia tomaba pie el sevillano guasón hasta de sí mismo, para hacer algunas frases, que aplicaban muy oportunamente.
Así, al referirse al hombre que no se amedrentaba de nada y que parecía que era capaz de comerse a los niños crudos, decían: “a ese nadie le pone la ceniza en la frente”.
También, cuando querían dar a entender que una persona le había puesto las cosas claras a otro solían decir: “Fulano le puso la ceniza a Mengano”.
Les parecían interminables los días que pasaban desde el Miércoles de Ceniza hasta el “Domingo de Piñata”, cuando se echaban a la calle para dar el último adiós al desenfreno y a la locura.
Lucían los mismos disfraces, y volvían a reunirse en comparsas, recorriendo las calles, y burlando a todo el mundo hasta que llegaba la noche y rompían la Piñata.
(Baile de Máscaras en 1881)
Como ya se ha apuntado, a los teatros y salones de bailes de máscaras asistían aquellos quienes su posición social se lo permitía, haciendo derroche de lujo y ostentación, siéndole negada este privilegio, por lo tanto, no acudían actos sociales, pero los vecinos de a pie, de las casas de vecinos y de los corrales hacía en la sala del convecino de más buen humor una Piñata, que no tenía que envidiar nada a la que lucían los salones más aristocráticos.
(El Carnaval De1804 - Anonimo - Grabado Español)
La Piñata era una olla o cántaro de barro que colgaban del techo y que previamente habían llenado de dulces.
A la hora convenida se reunían en la sala los convidados a la fiesta. Cuando el vino ya había alegrado los corazones más triste, y habían empinado el codo más de lo permitido y tenido de carmín las mejillas de las buenas mozas, todas aquellas gentes pasaban a formar una sola familia por los lazos de la confianza, y procedían a romper la Piñata.
Todos los que formaban parte en la fiesta, hombres y mujeres, se vendaban los ojos y se armaban de palos o garrotes. Luego, uno a uno, desde el extremo de la sala, avanzaban a tientas hacia el sitio en que la Piñata estaba colocada y descargaban sobre ella los garrotes. Muchas veces azotaban al viento, y no pocas vapuleaban las costillas de algún curioso o entrometido, pero no por eso se aguaba la fiesta, ni llegaban a las manos los asistentes sino que se avivaba más y más.
La Piñata caía por fin, rota en mil pedazos; y todos se tiraban a tierra para recoger los dulces que venían de lo alto como desde el cielo. Entonces sí que la sala presentaba el más divertido de los espectáculos imaginables. Rodaban por los suelos hombres y mujeres, mozas y mozos, sin pararse ni andarse con remilgos. Se empujaban, se codeaban, se atropellaban. Todos intentaban recoger la cantidad mayor de dulces posible, sin importarles a las jóvenes recatadas que se les levanten las enaguas, ni de que se les deshojen las flores que perfumaban sus trenzas, ni de que ojos pecadores escudriñaran sus encantos que el pudor retenía en prisiones.
(El Carnaval EnSevilla - M. Tirado Grabado frances. 1878)
Con la caída de la Piñata moría el Carnaval, para volver a resucitar al año venidero, y cuando aún no habían acabado de recoger los pedazos rotos de la Piñata, ya estaban ideando en la del próximo.
Sobre de la segunda mitad del siglo XIX, los sevillanos celebraban el Carnaval a orillas del río Guadalquivir, proliferando las máscaras y bromas, sembrando el suelo de serpentinas y papelillos (confetti).
(Nota aparecia en el diario La Vanguardia)
Lunes 10 de febrero de 1913 – La Vanguardia
"El domingo de Piñata ha resultado animadísimo por la esplendidez del día. En el paseo de la orilla del río había inmenso gentío y gran número de carruajes llevando máscaras, habiéndose librado toda la tarde enconada batalla de serpentinas y confetti."
Fuentes de Datos: * "Costumbres Populares Andaluzas" - Luis Montoto - Editorial Castillejo.
*Hemeroteca diario "La Vanguardia"
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