El Candilejo De Antes De Carnaval

jueves

 ("En el balcón durante el Carnaval" - Mary Cassatt - 1873. Óleo sobre lienzo. Museo de Arte de Filadelfia. Filadelfia. USA.)

Diez o doce días antes del primero de Carnaval reúnense unas cuantas muchachas, alegre, y prontas para toda fiesta, y conciertan hacer un candilejo, prometiéndoselas felices porque siempre el éxito corona estas obras.

Buscan primeramente un canasto, y mucho mejor para ellas si encuentras una canasta de muy buenas dimensiones; hallado, lo aderezan por la parte exterior con hojas de yedra o de cualquier otra planta, mejor cuanto más verde, porque este color es para el pueblo un símbolo de esperanza, y lo forran por la parte interior de papel, adornando el borde y las asas con banderillas y gallardetes de todos los colores.

Puesto el canasto así adornado, cuelgan del asa lo que llaman el niño de pila, requisito imprescindible de todo candilejo.
El tal niño no es otra cosa que un chorizo de los de padre y señor mío, o bien un salchichón de los más repletos, o un jamón de tomo y lomo, cuando no un muñeco de pasta dulce fabricado de propósito.
Es de rigor que el niño de pila ha de adornar un lazo o moño de cintas verdes, más o menos preciosas, según el gusto de las alegres muchachas a cuyo cargo está la preparación del candilejo.

Terminada esta labor, dos mozas, las más vivas de genio, las que no tienen pelos en la lengua, cogen el canasto y lo llevan como imagen en andas a casa de la vecina más próxima. Esta lo recibe con júbilo el presente, pondera la habilidad de sus amigas, y en el acto o poco a poco lo pasa a otra vecina que está obligada a hacer lo mismo. Así va el candilejo de casa en casa y recorre toda la vecindad en menos tiempo que se persigna un cura loco o en un decir Jesús.
Pero no consiste en esto la gracia de la fiesta. Cada vecina o cada uno de los vecinos a quienes se pasa el candilejo echa en el canasto algún regalo, que es como si depositara u óbolo en aquél a manera de cepillo de ánimas: dulces, embutidos, botellas de vino, aves, etc. Hay quien al presentar el candilejo a su convecina requiere a ésta para que sea pródiga con el niño de pila.

Después de que el candilejo ha recorrido las casas de todos los amigos y compadres, el último a cuyas manos llega lo devuelve a las mozas que lo formaron. Esto ha de hacerse el día de la víspera de Carnaval.
Pero como lo devuelve! Regresa atestado de viandas.
Y al siguiente día se arma la fiesta, a la cual asisten todos los que con sus dádivas han llenado el canasto.

En el centro de la sala está el candilejo. A su alrededor, formando corro, las mozas, luciendo sus rizados trajes de gitanas y departiendo con sus novios entre coplas y coplas palmotean y cantan.
Como no hay fiesta sin baile, se baila, y la guitarra y las castañuelas, a las que llaman palillos, alegran el corazón del más hipocondríaco.
Hartos ya de cantar y bailar, los impacientes espectadores en la fiesta dan orden de entrar a saco en la plaza sitiada que es el candilejo, y más pronto que se dice, todos ponen sus manos en el canasto, y no dejan en él cosa alguna, dándose prisa en comer y beber.

("Dos mujeres con flores durante el Carnaval" Mary Cassatt 1872 . Óleo sobre Lienzo. Colección de Mrs James J.O. Andersen.Baltimore.Maryland.USA) 

Raras veces sucede que la fracase la fiesta que aquellas muchachas imaginaron, pero sucede de higos a brevas, cuando algún malintencionado, un malasangre, un patoso (así dicen en Andalucía), da al candilejo lo que llaman una ahogadilla, cosa que todos los amigos llevan muy a mal, y es causa de sinsabores y de que algunos se vayan de la lengua y vengan a las manos.
La ahogadilla consiste en que el candilejo lo mismo que puede dar en la casa de una mocita rumbosa y de buen humor, da en la una de esas mujeres que no lo tienen, esto es que son unas sosas o en la voz de un mozo mal angel (malangel), y aquella o éste en vez de contribuir con su ofrenda al lustre de la fiesta, se apodera de las viandas y las come, o dispone de ellas a su antojo devolviendo el canasto vacío.
A esto se le llama una patochada, una gracia mohosa.

 (Carnaval 1871- El Rincón del Estudiante)
 
Finalmente el candilejo es el pretexto para celebrar una fiesta más, fiesta que revista los caracteres de todas las andaluzas, sabido es que los andaluces son pródigos como ellos solos y rumbosos como pocos. No extraña, por tanto, ver un candilejo llevado a palanca por mozos de cordel.
Tanto son los regalos que hacen al niño de pila los vecinos y vecinas, amigos de las muchachas, a quienes se les puso entre ceja y ceja hacer un candilejo.

 (Carnaval 1897 - El Rincón del Estudiante)

Y días después comienzan como cada año, las Fiestas de los Carnavales, la cuales cada uno vive conforme a sus posibilidades.

Fuente de Datos:
*Texto extraído del libro “Costumbres Populares Andaluzas”, de Luis Montoto.
Imágenes:
*Rincón del Estudiante
*Todocolección.net
*Internet